12 de diciembre de 2013

(II) Correr. 'Después del Maratón'.

7 de diciembre, 21:45h. La noche antes de correr un maratón es extraña. O quizás me lo parecía a mi por ser la primera vez que lo hacía. Pero que demonios, siempre hay una primera vez...

Te preparas durante semanas, meses. Quieres hacerlo, sabes que puedes hacerlo, pero siempre te visitan las dudas. No tienes experiencia y la gente que está acostumbrada a esto te sonríe, e insisten: “Tú puedes”. Cuando sales a correr con ellos notas la diferencia, miras al suelo y resoplas. Intentas creerlos, pero en el fondo sabes que piensan igual que tu, y que estamos lanzando una moneda al aire que no sabemos como caerá, si cara o cruz.

Antes de llegar a la maratón de Málaga, me presenté a la media en abril en la misma ciudad, y en noviembre en el Rincón de la Victoria, participé en una carrera por las playas de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, a finales del verano. Me perdí la media de Marbella en septiembre por un virus estomacal. La sensación en todas las que terminaba era la misma, ¿cómo voy a afrontar 42 kilómetros si finalizo muy castigado en distancias menores? Pues bien, aquí me he dado cuenta de que se trata de unificar varios factores fundamentales: esfuerzo, dedicación, perseverancia y entrenamiento. Además, todo aderezado con una pizca de suerte. 

Vuelvo a las horas previas de la carrera. Preparas todo, miras el tiempo que hará, sabes que comienza temprano, pero la distancia es larga y llegarás a meta casi a medio día, por lo que habrá tiempo de pasar frío, pero también calor. No estrenas nada, esta parte ya la conoces, y hace días que ya sabes exactamente lo que llevarás puesto en la gran cita. Cenas bien, aunque no tengas ganas, intentas relajarte, pero es imposible. Cuando la noche sigue avanzando y tu mente está subida en una montaña rusa, consigues dormir. Al despertar, el chip ha cambiado, todo es positivo y lo notas. Yo lo noté. Actitud, muy importante, y esa mañana era necesaria. Desayuno fuerte y pronto a prepararme. Ese día será grande, así que lo afrontas todo con ganas. 


IV Maratón Cabberty Málaga 2013.

8 de diciembre, 7:30h. Todavía era de noche cuando llegué al parking del Muelle 1, junto al puerto de la ciudad de Málaga. Me acompañaba Fali, amigo que también participaba en la carrera y debutaba en la distancia. Dentro, varios coches ya aparcados y muchos runners estirando aquí y allá. Miradas de complicidad, sonrisas, aquí todos venimos a hacer lo mismo, disfrutar. Salí al exterior y me encontré con la fría mañana de diciembre, que en esta ciudad no lo es tanto. Coldplay sonaba fuerte y un speaker me puso las pilas y me hizo caer en la cuenta de que ya estaba en el ajo. Hablaba sobre los ganadores de otras ediciones, y de los favoritos de esta, mencionando nombres ilustres, como Martín Fiz, Abel Antón, y aquí fui consciente de que correría junto a grandes campeones. Estiré, me hice ese par de fotos pertinentes antes de la salida y me dirigí a mi cajón correspondiente. Buscaba la relajación, extrañamente mi cuerpo la encontró rápido. Escuchaba comentarios por delante y por detrás de mi, repasaba mentalmente por última vez, las pautas a seguir durante la carrera. “Empieza tranquilo, esto es muy largo...”. Después de una cuenta atrás se activó el crono y a correr. 

La maratón está llena de sensaciones, creo que no exagero si digo que cada mil metros es una diferente a otra, hablo desde el punto de vista del que piensa en terminarla. Cuando empezaron a pasarme corredores al principio, quise aligerar y entrar en ese remolino con ellos, pero no interesa, hay que mantenerse tranquilo, esto acaba de empezar. Me puse al mío, y no tardé en sentir mis piernas calentar. Veía muchas espaldas, oía gritos de júbilo, es una carrera, pero también una fiesta. En Málaga había inscritos 2.000 corredores, así que la mancha de maratonianos tampoco era muy grande, pero impresiona estar dentro de ese pelotón. Durante mi preparación, el 90% de las salidas las hice solo, así que ir rodeado de tanto runner, y sobre todo, ver tanta gente a ambos lados de la calzada animándote, e incluso llamándote por tu nombre, me ayudó a afrontar con más optimismo la prueba. Pasé avituallamientos, tomé los geles convenientes, avanzaba casi sin darme cuenta, pero disfrutando la experiencia. Ese era mi objetivo, me estrenaba en la distancia, así que quería saborearlo todo muy bien, con detalle. La organización estuvo genial, los voluntarios lo dan todo para que recibas agua, fantásticos, en este aspecto todo de lujo, chapó. Llegué a la mitad del recorrido en el tiempo que había previsto, así que todo iba sobre ruedas. Sin dolores, ni molestias, tenía que acabar bien. El terreno era llano, y ayudó a que la prueba no resultase excesivamente dura. El calor no se notaba, y aunque reinaba el sol en el cielo, no sentí su castigo. Cuando atravesé el kilómetro 30 algo cambió. Nunca había corrido tanto, la tirada más larga que había hecho hasta entonces, allá por el mes de mayo, era de 27 kilómetros, o sea que aquí la cosa se ponía seria. Empecé a notar que las piernas pesaban, me daba la sensación que aflojaba, pero mirando el reloj, el ritmo seguía siendo el mismo, bien por mi, pensé, me he preparado para esto y mi cuerpo me está recompensando. Había oído hablar del muro, existe, yo lo noté, está ahí, pero no le hice muchas fiestas, me limité a concentrarme en mis piernas, la respiración, e intentar seguir disfrutando, que era a lo que había venido. Hay que ser fuerte de cabeza, hay que luchar, y también hay que sufrir. La sensación de ir pasando corredores en el tramo final fue magnífica, porque me animó a pensar que lo estaba haciendo bien y que no me había cebado. Me vine arriba y llegué a los últimos 5 kilómetros consciente de que ya nada ni nadie podía impedir mi triunfo. Cada kilómetro estaba indicado por la organización con un lema precioso, que me hizo sacar más de una sonrisa. Nunca olvidaré el último, el 42 de mi primera maratón. Bajé un tanto el ritmo para sentir a la gente, respiré profundamente. El corazón latía con fuerza en mi pecho, me retumba en la cabeza, a escasos metros del final me llegaron voces conocidas, mis dos hijos, mi mujer, me llamaban, ya está. Me emocioné, sentí algo indescriptible, único. Felicidad. Han sido muchos días y noches de soledad, frío, calor, viento, dolores, agujetas. Días y noches que no he podido disfrutar de la familia, o del descanso, pero ahí, en ese momento, cuando escuchas tu dorsal atravesando la línea de meta, es cuando se te llena todo el cuerpo de orgullo, eres Finisher, y has terminado dignamente un maratón.


10 de diciembre, 9:45h. La Zurich Marató de Barcelona me envía un email diciéndome que ya estoy oficialmente inscrito en la carrera que tendrá lugar el 16 de marzo de 2014. Será mi 2ª maratón. Esto no hizo más que empezar...

Web de Zurich Marató de Barcelona.


Un saludo desde el fondo del mar.
Diego Pino. 

22 de noviembre de 2013

Barrotes de cartón.



Vivo en el país que es una cárcel con barrotes de cartón. Esa es mi conclusión, al ver y escuchar las noticias que son el pan nuestro de cada día. Se entra y se sale de esa prisión sin oposición alguna, nada ni nadie te lo impide. No hay que ser un lumbreras para darse cuenta, somos nuestro propio hazmerreír. Puedes intentar obviar esas malditas noticias un día, dos, tres, pero seamos sinceros, al final llegan hasta nuestros oídos de una manera u otra. Son noticias alarmantes, preocupantes, muy significativas. Seguro que sabrás a lo que me refiero. Llevamos un tiempo, años, que suceden una serie de acontecimientos fuera de lo común. Yo por lo menos lo considero así. Y no voy a exponer ningún caso en concreto, me alargaría hasta la saciedad.

Voy al grano. Es el pueblo quien decide el gobierno de esa cárcel a la que me refiero, nuestra alicaída España. Vemos absortos, pero abnegados, como esos dirigentes atraviesan los frágiles barrotes con suma facilidad para campear a sus anchas por ahí, pululando por aquí y por allá siempre a su antojo, un día y otro, sin miedo a nada, poseedores de una tarjeta de crédito ilimitado concedida por todos nosotros, me incluyo, te incluyo. Aquí no hacen falta llaves, la prisión no tiene puertas, ni siquiera vigilancia, todo vale. Políticos, jueces, abogados, banqueros. Si, es cierto, no puedes meter a todos en el mismo saco, pero saco hay, y rebosa. El tema está muy manoseado, se percibe en el aire, resulta incluso empalagoso, lo respiramos sin querer, polución pura y dura en forma de acontecimientos. Se que mi reflexión se estampará de nuevo contra un muro en un par de años, ya que será entonces, cuando tendremos elecciones generales, otra vez ese periodo en el que creemos ser mejores personas y en realidad lo utilizamos para sobornar a nuestra propia conciencia. Vaya papeleta la nuestra, y nunca mejor dicho. Y es aquí donde llego a otra conclusión. El pueblo español tiene la culpa de la existencia de esa cárcel con barrotes de cartón. Pero somos nosotros los únicos que podemos cambiar ese débil material por hierro, si de una vez por todas nos decidimos y nos ponemos manos a una gran obra, en condiciones, con los mejores materiales disponibles, y tratamos de conseguir que nuestros 'vigilantes', esos que ahora miran hacia otro lado, nos salvaguarden, que al fin y al cabo de eso se trata. Sin reparos, quitémonos las caretas, aquí no valen chapuzas, bastante tenemos ya. Hagamos las cosas bien por una vez en nuestra historia, que desde que me conozco, tenemos marca y nombre, pero carecemos de actitud. Yo no creo que esté más harto que tú que estás leyendo estas líneas ahora, lo estaré igual, o incluso menos, y es por eso que te invito a reflexionar, y te cito dentro de un par de primaveras en otro tipo de prisión. Hablo de esa dichosa urna de cristal que hace y deshace a su antojo, y que juega con nosotros cada cuatro añitos, a volar con los sueños de toda una nación con ganas de vivir mejor, que ya toca.




Un saludo desde el fondo del mar.
Diego Pino.

13 de noviembre de 2013

(I) Correr. 'Antes del Maratón'.

Hace once meses, aproximadamente, comencé a correr asiduamente. Quizás, como una necesidad de desconexión de los problemas cotidianos que todos intentamos alejar de nosotros. No soy una persona negativa, no me considero así, siempre intento llevar las cosas lo mejor que puedo, aunque a veces no lo logro, pero lo que si es verdad, es que con el running, me olvido de todo.

Como decía, a principios de 2013, dejé la cinta de correr de casa a un lado, y la cambié por el asfalto y los carriles de mi ciudad. Ya puedo decir, que ha sido una de las decisiones más importantes en mi vida, y de las más acertadas. He descubierto un mundo, que ya medio conocía, un mundo al que miraba con recelo, supongo que por no darle una oportunidad anteriormente. Ahora me arrepiento de no haberlo disfrutado antes, cuando podía, siento como si hubiera perdido mucho tiempo, y necesitase recuperarlo. En esa empresa estoy. Correr me ha enseñado a ser más paciente, más práctico y consistente, como ya he dicho, a desconectar, e incluso a disfrutar. Llevo poco tiempo, soy consciente, pero mirando a mi alrededor, veo que muchas personas que están metidas en el ajo como yo, son felices. 



Como no podía ser de otra manera, estoy preparando mi primer maratón, será en diciembre, en la ciudad de Málaga. Tal vez pienses que sea pronto, y quizás tengas razón. Yo lo tomo como una prueba de superación y reto personal. La fecha es magnífica, la ciudad, maravillosa, las ganas, infinitas. He corrido un par de medias maratones estos meses atrás, y alguna carrera popular, pero esta será la gran prueba del año para mi cuerpo y mi mente, que duda cabe. El objetivo es terminar, por supuesto, que no es poco. 42.195 metros de ilusión. He leído, entrenado, he soñado con ese día y todo lo que le rodea. Creo que estoy preparado, creo. 

En un próximo post, hablaré de la carrera, haya sido superada o no. Expresaré los sentimientos que hay durante ese acontecimiento, y de todo lo que le rodea, porque estoy seguro que habrá un antes y un después de ese día, el 8 de diciembre...



Un saludo desde el fondo del mar.
Diego Pino.

2 de octubre de 2013

Listas en Spotify.

Hace un año ya, hace justo doce meses comencé a editar una lista de canciones mensuales en Spotify. Me gusta la música, en toda su expansión. Mi mente es bastante amplia en este sentido. Disfruto con muchos estilos, asimilo cualquier propuesta, siempre que me haga disfrutar. También confieso que hay algunas tendencias que no me terminan de convencer, les doy alguna oportunidad, pero si no pasan el filtro de mi aprobado, las dejo aparcadas. Supongo que esto le pasará a cualquiera. 

En un principio, y guiado por el mes en el que me encontraba, octubre, hice una lista de 31 temas, uno por cada día. Por costumbre, todos los meses posteriores, hice y hago lo mismo. Mezclo todo tipo de música, contemporánea, clásica, rock, instrumental, jazz, y un largo etcétera. No soy dj ni pretendo serlo, aunque lo fui, y en este blog lo comento aquí:

http://diegopulp.blogspot.com.es/2016/01/un-rayo-de-sol.html

En algún post anterior ya he mencionado alguna preferencia y hablo de alguna banda o artista favorito, y en otros próximos seguramente también lo haga. Este es el enlace que lleva a mi perfil en Spotify, ahí verás todas mis listas públicas. Espero que te guste:

https://open.spotify.com/user/pulpete23 



“Sin música la vida sería un error”. Friedrich Nietzsche. (1844-1900) Filósofo alemán.



Un saludo desde el fondo del mar.
Diego Pino.

14 de septiembre de 2013

La camiseta blanca.

El timbre sonó fuerte, una vez, otra vez. Carreras y gritos de júbilo. Cuatro niños al sprint para ver quien llegaba el primero. Al abrirse la puerta, un padre, mi padre, y en su mano, una camiseta blanca de manga larga.

Ese recuerdo me acompaña desde que tenía cinco años. Me sitúo en 1981, en la España que asimilaba una Transición. Mis padres, se habían conocido en el norte, en Cataluña. Ambos nacieron en el sur, en Andalucía. Él, de un pueblo sevillano, ella, de uno almeriense. Emigraron para buscarse la vida honradamente, como muchos otros y otras por aquel entonces. Formaron una familia, mi familia, y hasta la fecha aquí seguimos, orgullosos de nuestras raíces y de nuestros pasos dados.

Vuelvo al principio, a la camiseta blanca. Recuerdo el tacto del algodón, antes no se presentaba el producto en el moderno blíster de ahora. No había etiquetas, ni recomendación alguna sobre su lavado. Recuerdo los puños en las mangas, así se llevaban, recuerdo el escudo bordado de un club, y atrás un número planchado en negro. El dorsal era el 7, y pertenecía a Juan Gómez González, conocido como Juanito. El genio de Fuengirola, hacía años que había fichado por el Real Madrid, previo paso efímero por el Atlético y el Burgos. Antes, jugó también en equipos de categorías inferiores de su tierra natal. Yo no sabía nada de esto, como lo iba a saber si tenía cinco años. 

Mi padre entró por fin en casa, cansado, después de su larga jornada laboral. Las carreteras españolas de los 80, no tenían nada que ver con las de hoy en día. Lo se de primera mano, ya que hice varios viajes con él, en la cabina del camión Dodge, recorriendo las maravillosas costas catalanas. Mi memoria a veces me brinda momentos increíbles, me vienen a la mente imágenes de aquella época tan perceptibles, que parecen que sucedieran ayer. Recuerdo el volante de aquel gigantesco camión de 18 ruedas, la cortina de mi litera, el logo de la marca en su frontal, el chirriar de aquellos frenos que sufrían por la tara de aquella mole. Recuerdo claramente el olor a mar en Tarragona, y bañarme en calzoncillos en las concurridas playas de Palamós, Gerona. Detalles, que para un niño lo son todo. Lo que mi cabeza ha obviado, es lo sucedido en España aquel año, en el que hubo un intento de golpe de Estado. Quizás mis padres no dejaran que la información llegara a nosotros, nunca he hablado con ellos ni con mis hermanos de esos días de incertidumbre general, incluso de adultos, ya en la actualidad. Imágenes, historia de un país. 

Desde ese día, en el que aquella camiseta blanca llegó a casa, soy fiel seguidor de un escudo. Sin fanatismo, con respeto. Me gusta el fútbol, me encanta, pero a su justa medida, le inyecto la dosis suficiente para que me siga atrayendo. El Madrid, ha tenido épocas gloriosas antes y después de aquel año, y otras que no tanto. Juanito destacaba en aquel equipo, para bien, y para mal. Marcado siempre por su caracter, su fuerza, compartía talento con el ágil Santillana, con el aguerrido Stielike, con Camacho, con Gordillo, y con un largo etcétera. Si, Juanito marcó época en un estadio, el Santiago Bernabéu, que todavía lo recuerda jaleando su nombre todos los minutos 7 de cada partido, sea de liga, copa, amistoso, o de competición europea.

Después de unos años, y quizás por alguna razón relacionada con aquella camiseta, viajamos al sur, para quedarnos a vivir en Fuengirola, en la costa del sol. Aquí nació Juanito, el mito. Aquí yace Juanito, la leyenda. Yo lo hice en Cataluña, así que tengo asumido que siempre seré un 'catalino', y además, 'merengue', pero que gran sensación haber nacido en esa tierra tan maravillosa, actualmente convulsionada por los que sienten y por los que padecen. Yo me encuentro en un término medio, estoy lejos, y han pasado muchos años, pero mi perspectiva es la misma siempre, y es que pienso que nadie es dueño de la tierra que hay bajo nuestros pies. Creo que no tenemos el derecho de reclamar algo que no nos pertenece, herencia de otros que ya la han pisado y disfrutado. En cambio, sí es nuestro deber cuidarla, fortalecerla, para que las generaciones venideras, la encuentren en las mejores condiciones posibles, porque al fin y al cabo, somos pasajeros en un viaje que tarde o temprano, llegará a su fin, como el que emprendió Juanito un día, y como en el que nos encontramos ahora tú, y yo... 

Me despido con el grito de las gradas del Bernabéu: “¡... illa, illa, illa, Juanito maravilla...!”.







Un saludo desde el fondo del mar.
Diego Pino.

8 de agosto de 2013

El zurdo de Oro.

Siento como una ligera brisa penetra desde el exterior. La noche le quiere dar tregua al mes de agosto. No se puede decir que a estas horas haga calor. El reloj, marca casi la una de la madrugada, y me siento frente al teclado para dedicarle un breve tiempo al blog. No hay luna, mi salón está en penumbra, y el único sonido que llega a mis oídos, proviene de la tableta en la que ahora escribo. También, me acompaña una suave melodía de flauta del japonés Kitaro, música para ayudar al ajetreado verano a relajarse. ¿El disco? Kojiki. Recomendable, como todo lo de este impresionante artista oriental...

Hoy hablaré de tenis, de un personaje que hace un par de días, me ha vuelto a demostrar que está entre los mejores de todos los tiempos en la práctica de su deporte. Pasará mucho tiempo para que se repita alguien como él. Cuando mi hijo, todavía pequeño, a punto de cumplir seis años, me pregunta inocentemente “Papá, ¿Para ti quien es el mejor de todos...?”. En cuanto a deportes se refiere, claro, le contesto rotundo, y cada vez más convencido. “Hijo, para mi el mejor es NADAL”.

El zurdo Rafael Nadal Parera nació en Manacor, Mallorca, en 1986. Si buscamos sus logros en internet, podemos empapelar un salón de cualquier casa de este país. Si te asomas a Wikipedia, por ejemplo, te cansas de ver tantos títulos, tantos triunfos, tantas tardes de su esfuerzo en las pistas de ese duro y físico deporte que es el tenis. Sus rivales le respetan, él se deja la piel en cada punto para que así sea. He escuchado a gente decir que no es muy técnico, pero lo es. Está claro que su fuerte es el físico, la mentalidad ganadora, pero su repertorio de golpes se amplía a medida que pasan las temporadas. 

No pienso enumerar sus victorias, en tierra batida, cemento o hierba. Son muchas, demasiadas para su edad. Como dije antes, ya hay portales que se dedican fidedignos a ello, y los recomiendo visitar, para así comprobar como mis comentarios cobran más crédito si cabe. Tengo una espina clavada, que con el tiempo es más profunda, y es que todavía no he podido disfrutar un partido suyo en directo. Tiene que ser espectacular, sin duda. 

En mi primer post, comenté algo sobre un ranking de deportistas nacionales, dije algo así como que era injusto que se hiciera, porque había muchos que no tenían la repercusión que otros si, por practicar deportes más mayoritarios o mediáticos. En cierto modo, sigo pensando que así es, pero tambien es verdad que en aquella ocasión no dije quien es para mi el mejor, y aquí soy claro y conciso. Creo, que durante mucho tiempo, seguirá siendo en España el increíble Rafael Nadal. 



Un saludo desde el fondo del mar.
Diego Pino.



16 de julio de 2013

El aroma del Caos.

Es extraño, siendo julio, el calor todavía no se nota en demasía. Vivo en un lugar donde normalmente el Rey Sol atosiga los cuerpos en esta época del año, en la que es mejor estar la mitad del día en remojo, y la otra en reposo. Los buscadores de sombras pululan por aquí y por allá, y el preludio de algo peor asoma por la ventana. Me refiero a agosto.

Este año el ambiente invita a hablar de otra cosa, algo que se expande desde nuestros televisores como esa niebla venenosa y misteriosa, que aparecía por debajo de la puerta en aquellas películas de terror antiguas. Penetra en nuestras vidas con un olor peculiar, desconocido, pero parecido al aroma del caos. Si buscamos en la 22ª Edición de la Real Academia de la Lengua Española, el significado de caos es el siguiente:

caos.

(Del lat. chaos, y este del gr. χάος, abertura).

1. m. Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos.

2. m. Confusión, desorden.

3. m. Fís. y Mat. Comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos, aunque su formulación matemática sea en principio determinista.

La televisión me recuerda a eso, a un estado caótico que generamos nosotros mismos, al encenderla. ¿Cómo evitar entrar en esa confusión, en ese desorden? Pues simplemente manteniéndola apagada. Es así como la niebla retrocede, y el tufo desaparece...
Bancos, banqueros. Política, políticos. Realeza, irrealidad. No cabe otro estereotipo. Si intentas entrar, te escupen con la fuerza de un ciclón hacia el fondo del mar. A veces, pienso que es como un árbol al florecer, sus ramas se abren y generan expansión. Parece hermoso, pero no lo es: prensa, internet, radio. De vez en cuando, como a todo árbol, viene bien una poda, así se controla su crecimiento, y vas viendo como posteriormente, luce con brillo. Es la naturaleza. Nuestra naturaleza.
He llegado a una conclusión y termino. España está impregnada del aroma del caos...


Un saludo desde el fondo del mar.
Diego Pino.