16 de julio de 2013

El aroma del Caos.

Es extraño, siendo julio, el calor todavía no se nota en demasía. Vivo en un lugar donde normalmente el Rey Sol atosiga los cuerpos en esta época del año, en la que es mejor estar la mitad del día en remojo, y la otra en reposo. Los buscadores de sombras pululan por aquí y por allá, y el preludio de algo peor asoma por la ventana. Me refiero a agosto.

Este año el ambiente invita a hablar de otra cosa, algo que se expande desde nuestros televisores como esa niebla venenosa y misteriosa, que aparecía por debajo de la puerta en aquellas películas de terror antiguas. Penetra en nuestras vidas con un olor peculiar, desconocido, pero parecido al aroma del caos. Si buscamos en la 22ª Edición de la Real Academia de la Lengua Española, el significado de caos es el siguiente:

caos.

(Del lat. chaos, y este del gr. χάος, abertura).

1. m. Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos.

2. m. Confusión, desorden.

3. m. Fís. y Mat. Comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos, aunque su formulación matemática sea en principio determinista.

La televisión me recuerda a eso, a un estado caótico que generamos nosotros mismos, al encenderla. ¿Cómo evitar entrar en esa confusión, en ese desorden? Pues simplemente manteniéndola apagada. Es así como la niebla retrocede, y el tufo desaparece...
Bancos, banqueros. Política, políticos. Realeza, irrealidad. No cabe otro estereotipo. Si intentas entrar, te escupen con la fuerza de un ciclón hacia el fondo del mar. A veces, pienso que es como un árbol al florecer, sus ramas se abren y generan expansión. Parece hermoso, pero no lo es: prensa, internet, radio. De vez en cuando, como a todo árbol, viene bien una poda, así se controla su crecimiento, y vas viendo como posteriormente, luce con brillo. Es la naturaleza. Nuestra naturaleza.
He llegado a una conclusión y termino. España está impregnada del aroma del caos...


Un saludo desde el fondo del mar.
Diego Pino.