7 de julio de 2014

Nuestra Estrella.

Ahora que a la Copa del Mundo de Brasil 2014 le quedan dos telediarios, y aprovechando que su eco es sin duda menor, debido a la fulminante eliminación de nuestro país en dicho campeonato, escribiré unas líneas sobre este dichoso deporte que levanta tanta pasión, tanta polémica, tanta admiración. Hablaré del torneo de torneos, el más prestigioso a nivel de selecciones, me refiero al Mundial de fútbol.

Es curioso, pero mundiales se han celebrado pocos, menos de los que se creen los que odian este deporte, que los hay. En total han sido 20, incluyendo el actual. No son tantos, si observamos que el primero ocurrió en Uruguay, en 1930. Los campeonatos se disputan cada cuatro años. Desde su inicio, sólo 8 países han sido capaces de levantar el título hasta la fecha, entre los que se encuentra nuestra querida España. Participantes hubo muchos, 77, por lo que mirándolo así, no somos tan malos como parece. Ya sabes que fue en Sudáfrica donde conseguimos el nuestro, en el 2010. También sabes que fue Andrés Iniesta, quien nos hizo pasar de la nada balompédica al Olimpo, y que gracias a él, lucimos esa estrellita dorada encima del escudo de nuestra camiseta oficial, la que ahora llamamos tan orgullosos 'La Roja'.

Ese orgullo siempre desaparece con la derrota, en esto si somos como otros muchos países, no creamos que solo es aquí donde no se sabe perder. La frustración habita en todos los lugares donde el delirio y la pena se forman en décimas de segundo, que es justo lo que tarda un balón de fútbol en atravesar la línea de gol. En ese tiempo enloquece o desespera un país, y resulta gracioso, que también en ese tiempo, dependemos de ir con la cabeza alta o baja. Que fácil me resulta pensar ahora que somos estúpidos, y en ese sentido, que estúpido es que nuestra moral se vea alterada por lo que ocurra durante 90 minutos de nuestras vidas. Tal vez exagere, quizás no, pero he visto balcones engalanados con nuestra bandera durante el transcurso de estos campeonatos, así como las mismas terrazas vacías el día después del batacazo futbolístico. No debería ser así, pero lo es. Si ese júbilo por esas victorias lo llevásemos con tanta determinación a otros aspectos que no fuesen el fútbol, nos iría mucho mejor en todo. Puede resultarte demagógico, pero seguramente no sea la primera vez que hayas leído o escuchado algo similar. 

Deseamos tanto la gloria, que a veces confundimos la realidad. Que fácil resulta hacer nuestro el éxito de los demás, pero que difícil asumir nuestro propio fracaso. Final del partido...

"El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes".
Arrigo Sacchi. Entrenador.

Datos y números extraídos de la siguiente web: 



Un saludo desde el fondo del mar.
Diego Pino.