18 de marzo de 2020

Recluso 1976.

Ha pasado mucho tiempo, tal vez demasiado. Días, semanas, meses y años desde que no me sentaba frente a ti, querido blog. Siendo sincero, no te eché de menos, estuve entretenido en otros menesteres, pero un inesperado giro de la vida, me hace volver, te desempolve y actualice como antaño hacía con más asiduidad.

Tengo una sensación extraña, llevo 4 días, cuatro, encerrado en casa, que se dice pronto. Sin poder salir, trabajar, correr, o simplemente pasear. Me obligan, nos obligan, nunca antes tuve que hacerlo, si por enfermedad, pero no por otros motivos. Nací en primavera de 1976, por lo que ya taché con X la ventanilla de superar décadas con grandes acontecimientos mundiales, nacionales, regionales, provinciales o locales. 44 años dan para mucho, las matemáticas no engañan. 16.000 días de vida, dieciséis mil, que se dice pronto.

Lo que ahora nos rodea a nivel global, es una pandemia que pone en jaque al ser humano. El "ojos que no ven, corazón que no siente" hizo que en el pasado no tuviese mucho en cuenta lo que pasaba en otros lugares, donde enfermedades y virus arrasaban con pueblos enteros, egoísmo en toda regla, lo reconozco. Nos conformamos con lo nuestro, sin tener en cuenta lo que le sucede al prójimo, si a veces en lo positivo, lo que nos genera envidia, pero no en lo negativo, eso lo dejamos caer en el pozo del olvido. Así somos, aunque hablo en primera persona del singular, Dios me libre. Ahora todo sucede alrededor, la noticia está en la corta distancia, pero también más allá del muro. El foco se centra en mi barrio, en la casa del vecino. La televisión, las redes sociales alimentan la propagación y ayudan al estado de alarma general, ya no solo al establecido por las autoridades. He conocido el COVID-19 o coronavirus, aunque por suerte todavía no lo haya mirado directamente a los ojos.

Voy a aprovechar estos días de retiro forzoso para activarte y cambiarte de aspecto, blog.  Para pensar, imprescindible. También para leer, sentir, disfrutar con esos pequeños detalles que suceden y crecen a mi alrededor, que generalmente pasan desapercibidos por no prestarles atención. Placeres que aunque hoy me hagan sentir como un recluso, me ayudan a poder seguir sumando desde 1976.







Un saludo desde el fondo del mar.
Diego Pino.




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